Capítulo 17. Somos ruina o cimiento.
Bajé un peldaño sin querer. El sonido de la madera en el silencioso amanecer. Ambos levantaron la cabeza y sus miradas se encontraron conmigo.
—Valeria —dijo Alejandro, ahora sí mirándome—. Te dije que subieras.
Me quedé congelada. No había máscara posible. Mis ojos, rojos de cansancio y emoción, mi vestido arrugado, mis manos temblando.
—Perdón —alcancé a susurrar.
Fabio me estudió. Primero los zapatos, luego las manos, la forma en que me abrazaba a mí misma. Después la cara, su mirada volvió a Alejandro, y una sombra de comprensión, no de certeza, sino de una sospecha con forma de vértigo, cruzó su rostro.
—Buen día, Fabio —dije, intentando flotar, de alguna manera.
—Buen día, Valeria —respondió, su voz cortés y brusca a la vez.
Subí dos peldaños más. No me alejé del todo.
—¿Vas a seguir ahí arriba escuchando? —preguntó Alejandro sin dureza.
—Voy a… —mentí— a bañarme.
Fabio se aclaró la garganta, un sonido que resonó en el vestíbulo.
—No me malinterpretes, Valeria —habló hacia la es