Capítulo 12. El filo de los celos
El campus estaba vivo aquella tarde. Risas, pasos apresurados, el ruido de los grupos organizándose para la fiesta del fin de semana. Yo caminaba con mis libros apretados contra el pecho, distraída, cuando Mariana apareció de repente a mi lado. Su presencia me sacó de mi burbuja de pensamientos sobre Alejandro.
—Valeria, ¿ya te enteraste? —dijo en un susurro emocionado.
—¿De qué? —fruncí el ceño, mi mente estaba aún en el despacho de la noche anterior.
—De Damon —sus ojos brillaban con picardía—. Está interesado en ti.
Sentí una sacudida en el pecho. Damon era de los más populares, con esa sonrisa descarada y la seguridad que atraía a todas. Aun así, traté de disimular.
—No digas tonterías, Mariana.
Ella me tomó del brazo, obligándome a detener el paso.
—Te lo digo en serio. Me lo confesó ayer y dice que quiere invitarte a la fiesta del viernes.
No pude evitar que una sonrisa nerviosa se me escapara de los labios. Era una sonrisa honesta, ajena a todo el drama que me rodeaba. Mariana