Anna es una joven dieciocho años que ha crecido en un orfanato, es dulce, soñadora y con un enorme corazón. Su más grande deseo, por fin, es salir al mundo al fin y buscar a su familia, en ese proceso es que conoce a su peor pesadilla. Egan es un hombre de veintisiete años, quien perdió a su padre siendo niño de manera abrupta luego de perder todo su patrimonio a manos de quien creyó su mejor amigo. Lleva años buscando la manera de vengarse, hasta que esa oportunidad llega de manera imprevista. Egan no se tocará corazón en hacerle pagar a un inocente haber perdido a su padre, pero en proceso un sentimiento que nunca experimentó surgirá en él y volverá todo más difícil, especialmente cuando Egan sea responsable que Anna pierda aquello que tanto anheló en su vida. Obra registrada en Safe Creative con el número 2307314930619. Prohibida su reproducción, adaptación o copia sin el consentimiento la autora.
Leer másEl silencio de la enorme mansión se termina cuando un grito de dolor se oye entre sus paredes.
La servidumbre corre para asistir a la señora, quien se encuentra embarazada y todos están muy pendientes de ella.
—¡Señora! —grita el ama de llaves al verla de rodillas al lado de la cama, con una mano en el piso y la otra sosteniendo su vientre.
—Llama… llama al médico —dice Gretta jadeante.
—Podemos llevarla al hospital, hay tiempo.
—No… no me moveré de aquí, sin mi esposo no saldré de la mansión —la mujer mira a una de las chicas del servicio y esta corre para llamar al doctor, mientras que ella ayuda a Gretta a recostarse en la cama.
—Moveré a las muchachas para preparar el cuarto para recibir a la niña.
—Justina… no me dejes sola —la mujer sonríe con cariño, su jefa es joven y este es su primer hijo, por lo que entiende que tenga miedo de dar a luz y además sin su esposo a su lado.
—No, señora, yo estaré aquí.
Todos los empleados se dedican a preparar el cuarto para recibir al bebé, el doctor llega y asegura que lo mejor fue no sacarla de la casa.
—Bien, señora Petrucci, nos quedan un par de horas más para traer a su bebé al mundo.
—¡Me duele! —grita Gretta en medio de otra contracción, retorciendo las sábanas.
Justina le va quitando el sudor de la frente y le da su apoyo sosteniendo la mano. Todos los demás empleados están fuera del cuarto esperando por el nacimiento de la heredera de la familia Petrucci.
—Justina, ¿llamaste a mi esposo? —pregunta casi sin fuerzas.
—Sí, pero no respondió, señora. Le dejé un mensaje en su teléfono y en el hotel.
—Siento que… me estoy partiendo… —dice cansada, el doctor vuelve a comprobar la dilatación y mueve a todas en el cuarto.
—¡Llegó la hora! Señora Petrucci, necesito que puje cuando le diga, vamos a traer al mundo a esta preciosura de bebé.
Justina la ayuda a sentarse y en cuanto el doctor da la orden, Gretta comienza a pujar. Siente que se está partiendo, pero hace todo lo que puede para traer a su hija al mundo, hasta que siente un alivio y ese llanto delicado.
—Déjeme… déjeme verla, por favor —le pide al doctor, quien luego de envolver a la criatura entre una sábana limpia, la acerca a la madre—. Mira esos ojos, Justina… mi niña es hermosa.
La mujer se acerca para ver a la bebé y puede ver lo bella que es, con sus labios como en forma de corazón y rojos, su piel rosadita, sus escasos cabellos rubios y los ojos… como un par de cielos.
El médico termina de atender a la mujer y le dice que todo ha resultado perfecto. Revisa a la pequeña, quien se aferra al pecho de su madre para alimentarse, sacándole una sonrisa a la mujer, quien no deja de admirarla.
Se dedican a limpiar el cuarto y la cama, mientras que Gretta se encarga de su pequeña, sin dejar de mirarla y pensar en lo hermosa que es.
El teléfono de la casa suena y Justina se apresura a responder, para luego entregarle el auricular a su jefa.
—Es el señor —Gretta sonríe como enamorada y responde de inmediato.
—¡Mi amor, voy saliendo de regreso a Riccione! Yo sabía que debía traerte a la casa de Roma, pero mi esposa es tan consentida. ¿Cómo están mis amores?
—Estamos bien… tienes que apresurarte, es realmente hermosa, un angelito… es idéntica a tu madre, mi amor.
—Aproximadamente en unas cinco horas estaré allí, llegaré a mimarlas y para no separarme más al menos en un mes, te amo cariño.
—Y yo a ti, mi amor, te esperamos.
La emoción que embarga a Joshua es indescriptible, sobre todo porque su niña será la consentida de toda la familia, ya que él es uno de los nueve hijos varones de su padre y hasta ahora todos han tenido la misma suerte. Su niña es la primera nieta y la ilusión de su padre, quien ha decidido favorecerla por esa razón.
En la mansión, Justina le dice que se quedará atenta a lo que pueda necesitar y se va, dejando a Gretta con una sonrisa en sus labios y a la pequeña dormida.
De pronto, en medio del cansancio, Gretta abre los ojos y ve una silueta que está cerca de la cuna, sonríe pensando que es Joshua, y trata de incorporarse. Aquella figura al verse descubierta sale del cuarto y Gretta enciende la luz asustada, mientras grita desesperada.
—¡Se llevan a mi niña! ¡¡Ayuda!! —sale de la cama adolorida, camina con cierta dificultad a la puerta, logrando ver que una silueta como la de una mujer llega a la escalera con su hija—. ¡¡Justina, ayuda!!
Corre a la escalera, olvidando por completo que está convaleciente, e intenta alcanzar a aquel extraño que se lleva a su hija.
—¡¡Ayuda, se llevan a mi hija!! —comienza a bajar las escaleras, llegan los empleados alertados por los gritos desesperados de Gretta y Justina en cuanto se da cuenta de lo que pasa, corre a la calle—. ¡¡Vayan por mi hija, por favor!!
Se sienta en uno de los peldaños, abandonada a la angustia de perder a su niña, el llanto cae por sus mejillas y siente cómo la noche se hace más oscura conforme pasan los minutos y nadie regresa con noticias.
Hasta que al final, cuando ella llega al primer nivel, ve a Justina aparecer con expresión de derrota y Gretta niega con vehemencia.
—No, dime que no es cierto…
—Lo siento, señora, le juro que corrí, pero el extraño al parecer conocía la casa, porque supo por dónde salir…
—¡No, Justina! ¡¡Nooo!! —Gretta cae al piso de rodillas, sintiendo cómo el aire se le va escapando y lo poco que le queda lo usa para dejarlo salir en un grito desgarrador que estremece los cimientos—. ¡¡Nooo!!
Golpea el piso con sus manos convertidas en duros puños, mientras todos los empleados la van rodeando y Justina la abraza para consolarla.
Gretta llora, grita y pelea con todos, hasta que se pierde en un mundo doloroso y silencioso, en donde sólo sus pensamientos pueden moverse. Así la encuentra Joshua, quien busca en la habitación a su hija, pero cuando posa los ojos en su esposa, sabe que algo anda mal.
—Amor… ¿dónde está nuestra hija?
—Se la llevaron —le dice con el alma desgarrada, Joshua corre hacia ella para abrazarla y Gretta se aferra a su última tabla de salvación—. ¡Se llevaron a nuestra niña!
—¡¿Quién fue?!
—No lo sé, ¡no lo sé! Sólo sé que alguien se la llevó, todos fueron tras el hombre, pero no dieron con ellos… mi niña, Joshua, dime… ¿cómo se supone que viviré sin ella? Era nuestra niña…
—Te juro que la vamos a encontrar, no descansaré hasta dar con ella y al infeliz que se la llevó, le espera el infierno mismo —dice con una expresión de absoluta frialdad, mientras acaricia la espalda de su mujer, quien no tiene consuelo por lo ocurrido.
Ocho años después…Pietro toma asiento en medio de la algarabía del lugar, para él es increíble estar en el Teatro Dolby junto a su esposa, quien luce preciosa a sus cuarenta años. Magnífica, perfecta y realmente emocionada.Para el hombre, estar allí sosteniendo su mano en un momento como ese hace inevitable traer a su mente todo lo vivido en todos esos años.Lara y Petra han crecido en medio del amor y protección de hombres que cuidan de su familia, es cierto, pero que con sus mujeres son mucho peor, por lo que a las gemelas atención y cómplices para sus fechorías no les había faltado, especialmente sus hermanos, quienes las ven como el regalo más lindo sus vidas, las princesas y Cara no se ha quedado atrás, como la reina indiscutible, la madre de todos aquellos hijos, porque ella no dudó en adoptar ese papel incluso para Piero cada vez que lo ha necesitado.Y, aunque toda la familia esperó a que ellos tuvieran más hijos, ambos quedaron de acuerdo en que con las gemelas era sufic
La noticia del embarazo de Cara en los Petrucci provocó una algarabía enorme, pero el que fuera gemelos en verdad fue motivo para que terminaran todos borrachos de felicidad… y de alcohol también.Cara le informó a la productora, pensando en la enorme posibilidad de que se negaran a trabajar con ella, pero el directo dijo que podían adaptar el guion para que su personaje estuviera embarazada, así no la estresarían con el vestuario, porque en verdad la querían a ella en el papel.Cuando ya se cumplían los tres meses de embarazo empezó el rodaje de la película y Cara tuvo que irse a Phoenix, porque allí estaría ambientada la historia. Con Pietro quedaron en que él viajaría unos días cada mes, pero en menos de una semana ya sus hijos le pidieron irse con ella porque ninguno se quería perder el embarazo de sus hermanitos.Y porque tampoco aguantaban ver a su padre tan triste por la separación.Así que en medio de todo ese caos que se ha formado, Octavio se baja del avión para estar presen
Cara lo ve con aquella sonrisa que tanto ama y se queda esperando a que Pietro se componga de la sorpresa.—Sí… te buscaba a ti… —y todo ese miedo de ella a que Pietro se molestara con ella por contar la verdad, se desvanece en el instante en que él la abraza, la besa con una necesidad mayor a que si no se hubiesen visto en más de un mes y la levanta para pegarla a la pared.«¡Dios, no sabes cuánto te extrañé! —susurra con su frente pegada a la de ella mientras los dos lloran por la emoción del reencuentro—. Te amo, mujer… ¡Te amo!—Y yo te amo a ti… lamento tanto haberme ido de esa manera, pero tenía que firmar un contrato para una película que en verdad quiero hacer, sobre todo porque la haré pensando en ti.—¡Eso no importa ahora! Te juro que de haber sabido lo que esa bruja te hizo, ayer la habría detenido cuando fue a la casa a molestarme.—¡Eso tampoco importa! Sólo tú y yo… los dos, mi amor… te amo, ¡te amo!Pietro la aprieta más y le levanta el vestido con el que va, recorre e
Pietro toma el mando de la televisión y la apaga, Piero se enfrenta a su padre, intenta quitarle el mando y encenderla de nuevo, pero el hombre lanza el mando lejos, haciéndolo añicos.—¡Pero ¿qué te pasa, papá?!—¡¿Cómo me preguntas eso?! ¡¿Acaso no ves que va a destruirme como lo hizo tu madre, como seguro lo haría Giorgia?!—¡¡No sabes lo que va a decir!! ¡¿Qué pasa si era para contar lo que realmente pasó?!—¡¿Y qué pasa si es para corroborar todo lo que han inventado?! ¡¡No puedo!! —se deja caer en el sofá con las lágrimas corriendo por sus mejillas y la cabeza enterrada entre sus manos—. No puedo, Piero, ella es la mujer de mi vida y si me hunde… yo ya no tengo para qué vivir.—Papá, no puedes pensar así, tienes hijos que cuidar…—¿Acaso no es así como te sientes tú con tu novia? ¿Cómo te sentirías si Ivanna dijera que tú la has maltratado?—Me querría morir… pero la diferencia entre tú y yo es que tienes cinco razones para vivir y todas tienen tus mismos ojos.Pietro mira a su
Las características de una persona muchas veces no se consiguen ver sólo con su presencia, muchas veces debes ir más allá, conocerla profundamente e incluso así no llegar a conocerlas.Eso es lo que Cara siente ahora conociendo la historia Pietro de los labios de su hijo mayor, quien tiene mayor conciencia de lo ocurrido con su padre y lo que ahora mismo debe estar viviendo. No puede evitar llorar a mares, porque lo que él ha pasado es con certeza una de las historias más desgarradoras y ella no se puede quedar sin hacer nada.—Probablemente tu padre me odiará… pero yo no me puedo callar —le dice al muchacho y él asiente—. Me dijiste que hiciera con esto lo que mejor sé hacer… y te juro que eso es lo que haré, aunque me cueste mi relación con el hombre de mi vida, pero desde mañana nadie volverá a decir jamás ni una sola palabra negativa en su contra.—Mi padre te ama, cuando hablé con él estaba muy afligido…—Te juro que me arrepiento de no haber tomado el vuelo nocturno, pero estoy
Pietro está buscando la mejor manera de terminar lo antes posible con el trabajo que se le acumuló esos días, además de firmar los documentos pendientes, pero en eso precisamente no se puede equivocar, hasta que a las dos de la tarde manda a su nuevo secretario (porque se aburrió de las mujeres frescas) que le prepare su portafolio con todo lo que tiene que firmar y así largarse de una vez a cuidar esta vez de su hijo.—Es que ni siquiera he podido llamarlos… —se pasa las manos por la cabeza y toma su teléfono mientras espera a que todo esté listo. Se preocupa al ver que tiene tantas llamadas de Cara, pero todo le estalla cuando se las regresa y su teléfono suena apagado.La desesperación le gana, en cuanto su secretario cierra el bendito portafolios sale de allí corriendo al ascensor y ni siquiera le responde a Joshua cuando le pregunta qué le pasa.Tampoco se queda a oír a la secretaria que le grita que tiene un mensaje, porque no quiere perder más tiempo. Sale en su auto con direcc
Último capítulo