196. Piel lisa
El rostro de Ha-na, con su piel blanca y lisa como porcelana, estaba suavemente iluminado. Sus ojos rasgados, enmarcados por pestañas delicadas, tenían una forma que recordaba a las hojas de un sauce, alargados y ligeramente inclinados hacia los extremos. El epicanto que adornaba sus ojos daba un aire de dulzura y misterio a su expresión, como si en su mirada se escondieran secretos que solo Heinz podría descubrir. Esos ojos, ahora ligeramente hinchados por la emoción, lo observaban con una mezcla de vulnerabilidad.
Heinz levantó una mano y acarició su mejilla con una suavidad que contrastaba con la intensidad de lo que sentía por de
Al acercarse nuevamente, sus labios se encontraron en un beso que fue lento al principio, como si ambos estuvieran saboreando la profundidad de su conexión. Pero esa calma inicial pronto dio paso a un fervor que los consumió. Era como si cada beso, cada caricia, fuera una chispa que avivaba un fuego interno imposible de contener.
Heinz la tomó entre sus b