195. La confesión
—¿Por qué eres tan hermosa? —preguntó con una voz que era apenas un susurro, cargada de admiración y ternura—. Desde que te vi, me hechizaste.
Ha-na, aun tratando de recuperar el aliento, desvió la mirada un momento, como si las palabras de Heinz fueran demasiado intensas para sostener su mirada directamente. La vulnerabilidad que sentía en ese instante no la debilitaba, sino que la hacía más humana.
—¿Por qué te gusto? —respondió ella, también en un susurro, sus palabras entrecortadas por la emoción—. Soy mayor que tú. Te olvidé, tuve un romance con otro hombre, con el que estuve a punto de casarme. No entiendo...
Heinz ladeó ligeramente la cabeza, observándola con ternura y determinación. Sus ojos no mostraban duda alguna, sino una claridad que parecía querer disipar cualquier incertidumbre en ella.
—¿Qué es lo que no entiendes? —preguntó, su tono firme pero gentil.
Ha-na tragó saliva, su pecho subiendo y bajando mientras intentaba organizar las palabras que se agolpaban en su mente