Al ver a la pequeña bailar de emoción, Luca soltó un suspiro de alivio. Al parecer, esta vez había acertado; el regalo había sido todo un éxito. Pero…
—El regalo no puede ser gratis, ¿de acuerdo? —Luca se agachó para ponerse a la altura de la niña—. ¿Puedes ayudarme con una cosita?
De inmediato, Isla se puso en alerta.
—¿Con qué quieres que te ayude? Voy a pensarlo —respondió con seriedad de adulta.
—Jeje —Luca no pudo contener la risa—. Tranquila, no es nada difícil. Solo tienes que vigilar a tu mami. Si ves que algún hombre intenta acercarse a ella… me lo dices enseguida, ¿vale?
Isla dudó. ¿Eso no sería traicionar a su mami?
Al ver la indecisión en sus ojos, Luca levantó el modelo de Gundam que tenía entre manos.
—Si aceptas ayudarme, te prometo que te compro el modelo nuevo en cuanto salga. ¿Qué dices?
Al final, ni siquiera su amor por su madre pudo contra la tentación de un Gundam nuevo. Isla asintió con mucha, muchísima reluctancia.
Mientras tanto, Vanessa y Mariah ya habían lleg