—Está bien, entiendo. Por ahora, no hagamos público esto.
Tras colgar, Luca se frotó las sienes con cansancio.
Isla salió de su habitación frotándose los ojos y lo encontró de pie en la sala. Preguntó con curiosidad:
—¿Dónde está mamá? ¿Por qué sigue en la cama?
Luca no sabía cómo explicarle, así que respondió de forma vaga:
—Isla, mamá tiene que ocuparse de algo. El tío te llevará al kínder más tarde, ¿sí?
Isla hizo un puchero, un poco molesta, pero no se negó.
Después de desayunar, Luca dejó primero a Isla en el kínder y luego fue directamente a la comisaría.
Como aún no habían pasado 24 horas, no podían abrir una denuncia formal. Luca solo pudo describir la apariencia de Vanessa y pedirles que estuvieran atentos.
Uno de los agentes de guardia se detuvo al escuchar la conversación.
—Jefe Bane, creo que recibí una llamada extraña anoche. Era una chica, probablemente de unos veinticinco a treinta años. Por la conversación… parecía un secuestro. Ya abrimos un expediente y seguimos inve