Se quedó asqueada, con el impulso irresistible de darse la vuelta y abandonar la casa en ese mismo momento. Daniel se sorprendió. Sus ojos brillaban mientras la miraba fijamente y le preguntaba:
—¿Qué haces aquí?
Laura alzó la bolsa que sostenía en la mano, intentando hacer la explicación clara para estar el menor tiempo posible ahí.
—Olvidaste tus cosas en mi tienda la otra vez. Tenía un momento libre y decidí traértelas, aunque no esperaba encontrarte.
Sus ojos brillaron con más intensidad.
—¿En serio viniste hasta aquí para traerme esto…?
Ella arrugó la frente, molesta por la insinuación.
—¿Y eso qué tiene de raro? —Respondió, a la defensiva—. Me quedaba de paso y no tenía otros pendientes.
Él fingió escepticismo, pero el gesto lo hacía sentir triunfador.
—¿En serio? Porque la última vez que te busqué, me dijiste que estabas muy ocupada.
Cuando se inclinó hacia ella, el aroma fresco de su reciente ducha la asaltó, casi abrumador. Un leve rubor le tiñó las orejas y su voz, al respond