Fernando suspiró con fastidio y le dio un empujoncito con el pie.
—Yo no hago nada que vaya contra la ley.
Daniel no pudo evitar reírse entre dientes.
—Solo estaba tratando de relajar el ambiente, ¿no? Tú no te preocupes, yo tampoco haría nada ilegal. No vale la pena. Soy un ciudadano ejemplar.
Fernando sonrió.
—Ay, niño, no te pongas de chistosito conmigo. Lo que quiero que hagas es esto: te voy a dar un puesto en la empresa y vas a empezar a trabajar ya. Vas a empezar desde abajo, aprendiendo todo paso a paso. Y ni se te ocurra flojear o tomarlo a la ligera.
Se quedó pasmado al escuchar eso. No podía creer que hubiera llegado a un acuerdo con su padre tan fácilmente.
«Entonces, ¿por qué habíamos tenido tantos problemas?»
Al pensar en eso, sintió culpa. Se apresuró a aceptar.
—No te preocupes, papá. Entiendo que lo haces por mi bien. Te juro que voy a aprender y a echarle ganas. Entonces, yo…
Daniel bajó la cabeza, sin saber cómo sacar el tema.
Fernando hizo un gesto con la mano, rest