Solo necesitaba apoyar a su madre y fortalecer la empresa. Sus ambiciones iban mucho más allá del estado actual de la empresa.
Lorena también lo había notado. Sofía había madurado mucho, ya no quedaba rastro de aquella testarudez de antes.
—Bueno, si tú lo dices, me quedo más tranquila.
Lorena no pudo evitar suspirar.
—Ahora solo espero que tu hermana entre en razón. Con eso me conformo.
—Lo hará, mamá, no te preocupes.
Sofía bajó la mirada y no continuó con el tema. No tenía caso seguir hablando de eso, quién sabe cuándo terminarían. Además, aunque ella y su madre tomaran una decisión, todo dependía de la actitud de Valeria.
***
Mientras tanto, ella llegaba a casa con una sola idea fija: no quería saber nada más sobre su madre.
Estuvo a su lado todo ese tiempo y Lorena no dio ni la más mínima señal de despertar. ¿Pero bastó que llegara Sofía con su séquito para que, de repente, abriera los ojos como si nada?
La idea la carcomía por dentro como un veneno lento y amargo.
«Somos sus hija