Sofía no alcanzó a decir nada.
—Espera... Deja… Pero…
Ahora estaba segura. Valeria lo había hecho a propósito. No quería que fuera a ver a su madre. Sabía qué intenciones ocultaba.
Con lo que le había pasado a su madre, ¿cómo podía quedarse de brazos cruzados en la oficina? Era imposible. Además, ni siquiera sabía si Lorena estaba en el hospital por culpa de ella.
¿Cómo iba a quedarse ahí sin preocuparse por lo que le pasaba a su madre? No se trataba de lo que pensaran los demás; si hacía algo así, ella misma no podría perdonárselo. Su madre, a pesar de todo, había sido buena con ella. ¿Cómo podría guardarle rencor por una discusión y no ir a verla?
Solo de pensarlo, sintió que se ahogaba en dolor y remordimiento por todo.
«Si no hubiera discutido con mi madre, nada de esto estaría pasando».
Sofía bajó la mirada, apretando los puños a los costados. Ahora lo más urgente era encontrar a su madre. Nada más importaba. Sin importar qué, lo único que prevalecía en este momento era su salud.