Alejandro hizo un leve asentimiento. Por supuesto que los conocía, aunque fueran una empresa tan insignificante.
—¿Y eso qué?
Sofía abrió los ojos de par en par, la sospecha en su interior se hacía cada vez más grande.
«¿Quién es este hombre en realidad?»
La pregunta de Alejandro la dejó sin palabras.
—No es nada. Ya me voy a dormir.
Dicho esto, intentó zafarse de su agarre.
La expresión de Alejandro cambió.
«¿Después de todo lo que hablamos, todavía quiere irse al cuarto de huéspedes?»
—Sofi, quédate aquí conmigo, ¿sí?
Su mirada tenía un toque de inocencia y súplica. Solo frente a Sofía mostraba esa faceta. En la empresa, era conocido por ser implacable y decidido, pero con ella se permitía mostrar una vulnerabilidad que lo hacía parecer casi indefenso.
La combinación de sus palabras con esa cara tan atractiva hizo que Sofía se sonrojara.
«¿Cómo podía alguien con una cara así de perfecta decir algo tan acaramelado?»
Alejandro notó que ella dudaba y aprovechó para insistir.
—En serio,