—Ah, ya me acordé. Tú eres ese exnovio que me regalaba puras imitaciones y que, encima, después de que terminamos, todavía quería que se las devolviera.
Sofía asintió, muy seria.
—Ahora que lo mencionas, sí, ya me acordé.
—Sofía...
Daniel señaló a Sofía, incapaz de decir una sola palabra además de su nombre. Aquel asunto ya de por sí lo había humillado bastante. ¡Que un amigo, por querer ahorrarse un poco de dinero, le hubiera conseguido imitaciones! Y ahora, esa desgraciada lo exponía así, como si nada, delante de todo el mundo. Eso lo dejaba en ridículo.
Al escuchar sus palabras, todas las miradas se volvieron hacia Daniel. ¿Quién lo diría? Parecía tan espléndido, y resulta que no solo regalaba imitaciones, sino que además las pedía de vuelta. Las apariencias engañan.
No era ajeno a las miradas de desprecio que lo rodeaban, pero no podía permitirse perder los estribos con los presentes. Sobre todo, porque él mismo había llamado a la prensa. Si esto terminaba en internet, su reputació