Alessandro
A las nueve menos cinco, yo ya estaba en mi estudio. El sol de la mañana entraba a través del ventanal blindado, cortando el aire en franjas de luz y sombra. La habitación estaba en silencio, a excepción del suave zumbido de los servidores que funcionaban detrás de una pared de cristal ahumado.
Mi estudio era mi santuario y mi centro de mando. A diferencia del resto de la casa, no había mármol ni arte abstracto. Solo acero, cristal y tecnología. Una enorme mesa de obsidiana dominaba el centro. Frente a ella, una pared entera era una pantalla de ultra alta definición, actualmente dividida en una docena de ángulos de cámaras de seguridad de mis diversas propiedades.
Me serví un café solo de la máquina empotrada en la pared y me paré frente a la pantalla, observando los flujos silenciosos de mi imperio. Un muelle de carga en la costa. La entrada de un casino en el centro. El pasillo de un edificio de oficinas que albergaba una de mis empresas tapadera. Todo estaba en orden. To