Seraphina
Pasé las siguientes cuarenta y ocho horas inmersa en el mundo de Alessandro Rossi. Me sentaba en un rincón de su estudio, en silencio, absorbiendo información de la tableta que me había dado. Él trabajaba en su escritorio, haciendo llamadas en voz baja en italiano, ruso o inglés, moviendo imperios con unas pocas palabras.
No me hablaba, pero sentía su presencia constantemente. A veces, levantaba la vista de mi trabajo y lo encontraba observándome, su mirada intensa y evaluadora. No era una mirada cálida, ni siquiera personal. Era como si yo fuera una ecuación compleja que estaba tratando de resolver. Una variable que aún no entendía del todo.
La cantidad de información era abrumadora. Rostros, nombres, conexiones, debilidades. Estaba construyendo un mapa del inframundo de Chicago en mi mente, un mapa mucho más detallado y peligroso que cualquiera que hubiera podido compilar por mi cuenta. Alessandro me estaba dando las llaves de su reino, una por una.
«Pero, ¿por qué?», me p