28. Una nueva coacción
Lo mandó a llamar y preparó toda su oficina para ser aún más intimidante para cuando llegara su tío Ignazio.

Aquel hombre sabía la verdad sobre Carmenza y Nathaniel necesitaba saberlo todo, que fuera testigo en su plan para poder dejar a su tía fuera del juego. Se sentó en su silla presidencial y posó las manos sobre la mesa de cristal y se sirvió un vaso de whisky y dio un trago mientras esperaba. Al ver como su asistente abría la puerta sonrió y dejó la copa a un lado. —Pensé que me odiabas. -dijo el hombre antes de que Nathaniel dijera a su asistente que cerrara la puerta con una seña de su mano dejándolos solos. —Debes estar muy confiado o muy desesperado para que yo esté aquí, para que me hayas llamado.

Nathaniel vio a aquel hombre, cómplice de su tía, y solo sintió lástima. Era una marioneta que solo seguía órdenes, jamás había sido un hombre de verdad que pensara por su cuenta. —Deberías sentarte. -dijo señalándole la silla al frente de su escritorio. Vio que seguía de pie y s
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