JACKELINE SMITH
La boda era perfecta. Desde mi asiento, con una copa en la mano, no podía dejar de sonreír al ver a Dalia resplandeciente junto a Adriano. Mi prima… mi hermana de vida. Me costaba creer que aquella niña con la que compartí juguetes, secretos y lágrimas ahora estaba bailando en el centro del salón, en brazos de un hombre que parecía adorarla como a un tesoro.
Me acomodé en la silla, lanzando un suspiro largo. A mi lado, Analena observaba la pista con ojos entrecerrados.
—Definitivamente —murmuré, mordiéndome el labio—, Gael, Enzo y Armando son unos bombones. Yo los quiero a todos, no pienso elegir.
Analena giró la cabeza hacia mí y arqueó una ceja.
—Jacke, te lo advierto. Armando es mío.
Rodé los ojos, alzando la copa.
—Está bien, está bien. Qué posesiva. —Me puse de pie—. Vamos a buscar otra copa antes de que me quede sin nada en las manos.
Avanzamos entre la gente, riéndonos todavía, hasta que algo captó mi atención. Entre la multitud, dos figuras que jamás debieron e