Vuelven Problemas Viejos.
El zumbido de los teléfonos y el murmullo constante del equipo me resultaban casi familiares. Cada paso que daba por la oficina era medido, consciente de que cualquier ruido podía atraer atención, o peor, precipitar un error que no podía permitirme.
La sensación de control que había creído tener se había vuelto frágil, como un cristal apenas sostenido por mis propias manos. Hasta que un golpe seco en la puerta resonó con una fuerza que cortó todo lo demás.
Lina estaba allí. No era una entrada casual; era una irrupción. La vi abrir la puerta de golpe, su rostro encendido por la ira, los ojos fijos en Caelan como si quisiera atravesarlo con la mirada.
El ruido de la puerta cerrándose con fuerza sacudió los papeles sobre el escritorio, y uno de los empleados dejó escapar un suspiro nervioso.
—¡Caelan! —gritó, y su voz hizo temblar la sala—. ¡No es buena idea que vuelvas a trabajar así!
Se movía con pasos rápidos, casi atropellando la formalidad de la reunión.
Sus manos agitaban papeles,