El Costo de Saber.
El aire estaba pesado en mi oficina, incluso más de lo habitual. Me senté frente a la ventana, viendo cómo la ciudad seguía su ritmo indiferente, sin percibir que, entre sus calles y sus edificios de cristal, se tejía algo que podía cambiarlo todo.
Dorian estaba allí, parado junto a la puerta, con la postura firme de siempre, pero con un matiz que me hizo temblar: una calma inquietante, como si supiera que lo que estaba por venir ya no se podía detener.
—Elara —empezó, sin rodeos—. Tenemos todo lo que necesitamos para un arresto.
Sentí que mi pecho se contraía. Las palabras eran simples, pero el peso que llevaban podía aplastarme.
Miré su rostro, buscando algún indicio de emoción: nada. Solo precisión, esa precisión que siempre había admirado y que ahora me aterraba.
—¿Un arresto… de los Vance? —mi voz salió más baja de lo que esperaba—. ¿Cómo… cómo es posible que lleguemos a eso?
—No puedo explicarte todo ahora —dijo Dorian—. No es prudente. Pero sí: no saldrán ileso.
Mi mente giró r