Capítulo 50. El secreto de Sofía.
POV: Irina
La mansión en Florencia tenía un aire diferente, distinto al de la casa en la que había crecido y muy diferente al silencio del convento.
Aquí los pasillos parecían hablar entre sí, las cortinas dejaban entrar la luz como si quisieran espiar, y las paredes, aunque fuertes, guardaban ecos de lo que se decía en voz baja.
Aquella mañana me habían dejado sola en el salón principal, con un libro abierto sobre las rodillas que no había leído más allá de la primera página.
El embarazo me traía un cansancio extraño: no un agotamiento pesado, sino una calma forzada, como si el cuerpo me obligara a detenerme para escuchar lo que sucedía dentro de mí.
María entraba y salía con su andar ligero, dejando tazas de té o pequeños platos con pan tostado. Yo apenas probaba bocado, más por distracción que por falta de hambre.
Afuera, los guardias hacían su ronda; dentro, el reloj del vestíbulo marcaba cada segundo con el golpeteo de un martillo invisible.
Entonces la escuché.
El sonido de un c