Capítulo 29. Códigos aun sin descifrar.
POV: Gaspar
Nápoles, puerto viejo. El galpón 7 parecía abandonado durante el día, pero cobraba vida por la noche. Olía a sal, a aceite y a algo rancio, un olor que a los marineros no les molestaba, pero a mí sí.
—Posiciones —ordené por el intercomunicador—. Nadie dispara a menos que yo lo diga.
Kostya y los gemelos Lebedev se deslizaron por la sombra como si hubieran nacido en ella. Iván, apoyado en mi hombro, respiraba con la cadencia de alguien que ya le ha explicado a la muerte cómo quiere que lo encuentre.
Dos de los míos cortaron la luz de la farola de la esquina. El muelle quedó en semioscuridad, perfecto para el silencio que tanto admiraba Serguei.
Entramos por la puerta lateral. Dentro, el almacén hacía las veces de iglesia barata: vigas altas, eco fácil y un altar improvisado con cajas de madera. Marco estaba en el centro, atado a una silla con la cabeza gacha.
—No avances —susurré a Iván. Algo no olía a trampa, olía a truco.
Un clic a mi izquierda. El Zurdo alzó la mano y me