Capítulo 22. Tilín.
POV: Irina
La azotea de la mansión es un borde: si miras hacia Nápoles, ves un collar de luces; si miras hacia el mar, una boca negra que mastica luna. El viento sube con sal y con historias. A las 23:00, todo el mundo parece hablar más bajo, incluso los edificios.
—Aquí —dijo Gaspar, empujando con el hombro la puerta metálica que conduce al techo. La mantuvo abierta y no me tocó; me dejó pasar, como quien suelta un animal salvaje en su terreno.
—¿Seguro? —pregunté, sin ironía—. Si alguien quisiera apuntar, arriba es un escenario maravilloso.
—Eso mismo —cerró la puerta. El clic sonó como una decisión—. Si quiere apuntar, tendrá que hacerlo sin excusas de sombras. Lo veré.
—Suena a trampa para él —me acerqué a la barandilla de piedra; estaba fría—. ¿Y si la trampa es para nosotros?
—No venimos a ganar una guerra —dijo, colocándose a mi lado—. Venimos a negarle un espectáculo.
—¿Y si el espectáculo somos nosotros, aunque no bailemos?
—Entonces que cobre por ver miradas —se apoyó apenas