Capítulo 18. Sensaciones que estremecen.
POV: Irina
Desperté con la sensación de que mi habitación ya no era mía. No porque faltara algo, sino porque el aire parecía «ocupado». A un metro de la ventana, Gaspar hablaba en voz baja por teléfono con la calma que me recordaba a cuchillos envainados.
—No me interesa si el proveedor dice que la partida vino limpia; aquí se revisa todo dos veces —dijo—. Sí, hoy. Y si alguien pregunta por qué tanta prisa, le dices que estoy de mal humor. Es creíble.
Cortó.
No me miró de inmediato; fue a la mesa, tocó el libro donde anoche apareció el negativo y entonces habló.
—Buenos días.
—¿Así saludas a tu prisionera favorita? —pregunté, incorporándome.
—Te saludo como a la única persona que hoy va a tener mi agenda pegada a la piel.
—Suena… poético y sofocante.
—Poético no, práctico. Sofocante… sí.
Me quedé en silencio un segundo más de lo necesario. Él lo notó; Gaspar siempre nota.
—¿Dormiste? —preguntó, acercándose.
—Dormí a ratos. Entre el «miren hacia arriba» y tus pasos, hice lo que pude.
—