Capítulo 10. Intensos Roces.
POV: Irina
El trayecto de regreso a la mansión fue un tormento silencioso. La tensión en el coche era opresiva, casi asfixiante. Gaspar no dijo ni una palabra y yo tampoco.
La rabia por mi enfrentamiento con Moretti y la humillación de que mi cuerpo hubiera reaccionado ante la cercanía de Gaspar me consumían por dentro.
La fiesta, los rostros, las luces... Todo se había desvanecido. Solo quedábamos él y yo, atrapados en un silencio que gritaba.
Cuando el coche se detuvo, salí sin esperar a que me abriera la puerta. Subí los escalones de la mansión con rapidez, ignorando el peso de los tacones en mis pies. Quería esconderme en mi habitación, lejos de él.
Crucé los pasillos, vacíos y oscuros. El único sonido era el eco de mis pasos. Llegué a mi habitación, giré el picaporte con la mano temblorosa, entré y cerré la puerta detrás de mí.
Antes de que pudiera sentirme a salvo, una mano la empujó suavemente y se abrió de nuevo.
Era Gaspar.
—Tenemos que hablar —dijo con voz susurrante y grave