POV: Irina

Sofía era una explosión de energía. Me llevó al armario de mi habitación, que era casi tan grande como mi cuarto del convento donde vivía en Moscú. Me empujó hacia un tocador y me hizo sentar.

—Tu cabello es precioso, pero necesita vida —dijo mientras deshacía el moño con rapidez. —Un poco de movimiento. ¡Y tu maquillaje! Necesitas que resalte el color de tus ojos.

Sofía era experta. En menos de una hora, la mujer que me miraba desde el espejo era casi una desconocida. Mi cabello caía en ondas suaves sobre mis hombros y mis ojos, pintados con una sombra oscura, parecían más grandes e intensos.

—Ahora el vestido —declaró, y me arrastró de nuevo hacia el armario.

Se detuvo frente a un vestido negro de seda. Era sencillo, pero elegante. No tenía mangas y dejaba mis hombros al descubierto. Nunca me había puesto algo así.

—No creo que pueda... —Empecé a decir.

—Tonterías —me interrumpió Sofía con una sonrisa—, te quedará increíble. Es un vestido de la marca de mi madre; era uno