Nick
Desperté, sintiendo la claridad de la luz que entraba por mi ventana y pestañee varias veces para adaptarme a ella.
Me senté en la cama y observé a Emma, quien estaba boca abajo plácidamente dormida. No entendía cómo podía dormir bien en tan pequeño espacio, yo ni loco podía dormir ahí.
La seguí observando y noté que vestía un diminuto short que cubría la mitad de su muslo y una blusa larga como pijama, lo sabía porque estaba descubierta, no porque hubiera querido mirar.
Como sea, tomé la sábana y cubrí su cuerpo con ella, ni siquiera sabía porqué lo hacía, debería dejarla morir con el frío que estaba haciendo, pero tampoco era un desalmado.
Me vestí para ir a correr como todos los días y al regresar a casa, fui directo a la cocina, encontrándome con Rosa.
—Buenos días, joven —me saludó.
—Bu-buenos días —balbucee, nervioso al recordar que me porté como un idiota con ella y no sabía cómo disculparme—. Rosa —dije, captando su atención—. Lo del otro día... yo no estaba de buen hu