AMBER PIERCE
Mantuve la calma e incluso dejé que el segundo auto que nos perseguía se acercara más. Hasta que llegamos a un puente estrecho que estaba sobre un río que en esas épocas del año era caudaloso. Cualquier cosa que cayera ahí desaparecería por días, sin importar su tamaño.
Aceleré, queriendo ganar el carril, pero tanto el deportivo, como el otro auto también lo hicieron, buscando atravesarse e impedirme el paso.
Justo antes de llegar al puente, frené, haciendo que ambos autos se siguieran derecho. El otro auto al no querer chocar con el deportivo, terminó atravesando el muro de contención y cayendo al agua.
—Qué inteligente… —susurró Dylan desde atrás con asombro, rompiendo el silencio dentro del auto y dándome unas palmaditas en la cabeza.
Jugué con la palanca de velocidades y puse reversa, sabía que el juego aún no acababa. El deportivo dio media vuelta y aceleró hasta colocarse frente a nosotros. Aunque mi mirada estaba atenta a los espejos, hubo un momento en que no