AMBER PIERCE
Me acerqué a la puerta con temor de que no se abriera, giré el pomo lentamente y este cedió. Contuve la respiración antes de asomarme cautelosa a lo que parecía un largo pasillo que mantenía la estética de la habitación. Paredes con tonos claros. Demasiada luz. Muebles minimalistas y nada colgado de las paredes, ningún adorno, ningún retrato. Era como si la casa fuera nueva y quien la adquirió apenas se hubiera mudado.
Carecía de personalidad.
Avancé con la mano tanteando la pared, pese a que todo era claro, mi equilibrio aún estaba afectado. Llegué a la siguiente puerta y la abrí con la misma facilidad que la anterior. Estaba buscando un teléfono, algo que pudiera ayudarme a comunicarme con Byron, pero en su lugar entré a lo que parecía una galería.
A diferencia del resto de la casa, este espacio tenía las paredes pintadas de un rojo sangre y de ellas colgaban cuadros de diferentes tamaños y pintados con diferentes técnicas: grafito, acuarela, óleo; pero en todos siem