BYRON HARRINGTON
—¡¿Dónde está mi esposa?! —grité furioso golpeando el escritorio con el puño, mientras el doctor que nos había atendido temblaba.
—Señor Harrington, debe de entender que nosotros no somos responsables de la desaparición de su esposa —dijo el director del hospital, hablándome como si solo con su tono dulce yo debiera de entender.
—La dejé dentro de este maldito consultorio y desapareció… —siseé sin apartar la mirada de él—. Está embarazada y si no me da una respuesta…
—Con todo respeto, si su mujer quiso escapar de usted, no es nuestra responsabilidad —respondió el director creyendo que tenía las agallas suficientes—. Usted cree que su familia ocultó muy bien el escándalo, pero la verdad siempre sale a la luz.
»Su verdadera prometida escapó en cuanto tuvo la oportunidad, ¿por qué esta chica no lo haría? Su reputación lo precede, señor, toda la ciudad sabe la clase de hombre que es y su modo de tratar a las mujeres —sentenció plantándose frente a mí. Su insolencia so