AMBER PIERCE

Uno de los policías quiso pasar por un lado de Byron para acercarse a mí, mientras sostenía las esposas en su mano y la macana en otra, como si yo fuera una amenaza. Entonces algo lo detuvo, era el bastón de Byron, lo había levantado y apoyado sobre el pecho del uniformado para hacerlo retroceder. 

—Esa mujer es mi esposa, la señora Harrington —soltó en voz alta y se deshizo de la mano de Karen que hasta el momento se había aferrado a la suya—. Yo me hago responsable de cada acción que ella cometa. 

»¿Quieren llevarla a la cárcel? Bien, entonces llévenme a mí en su lugar, pero juro que cada persona involucrada conocerá a mi equipo jurídico antes de medio día. Cuando yo salga de la comisaría, ustedes también lo harán, sin trabajo y sin oportunidades. No saben con quién se están metiendo —sentenció Byron lleno de rabia y sentí que mis ojos se llenaron de lágrimas.

Avancé hacia él, pesé que Anthony quiso detenerme. Pos