AMBER PIERCE
Tragué saliva con dificultad mientras comenzaba a retorcerme para librarme de él.
—Vamos, Byron, cuando se trata de una buena mujer, la madre siempre saldrá a flote antes que la esposa —dijo Anthony con tono divertido—. Deberías de estar feliz de tener a una mujer tan dulce que piensa primero en tu hijo.
Sentí como las manos de Byron apretaron mi cintura y mi muslo, rehusándose a dejarme ir hasta que tomé su rostro. Mi tacto hizo que cada uno de sus músculos se relajaran.
—Creció dentro de mí, es mi bebé —respondí también en un susurro solo para él, mientras pujaba por abrir su brazo, pero era como una viga de acero enrollada en mi cintura—. No llevará mi sangre, pero es mi bebé.
—¿Babá? —preguntó Jeremy con sus enormes ojos llorosos y voz quebrada mientras sus manitas estiradas hacia mí se abrían y se cerraban, llamándome.
—Compensaré mi… «falta de disciplina» de otra manera, pero déjame ir con mi bebé, me necesita —agregué desesperada mientras mi corazón se partía