Después de haber dejado a Bianca dormida, Eric se encontró mirándola como un tonto, absorto en su vulnerable figura. Sacudió la cabeza, tratando de despejar la extraña sensación que lo invadía, y se levantó para abandonar la habitación. Una vez en su propia cama, se dedicó a repasar los eventos del día.
El hecho de haberla salvado, de haber interferido, de haberla ayudado e incluso de llevarla a su propio piso… todo le resultaba ajeno. Realmente, se desconocía a sí mismo. Sabía que había sido lo correcto ayudar a una persona en apuros, pero que se tratara precisamente de Bianca lo volvía todo aún más extraño. Ya no sabía qué lo motivaba a ser su protector, a hacer algo bueno por ella.
Cuando finalmente se acostó, después de ducharse y prepararse para dormir, miraba el techo pensativo. Demasiados pensamientos cruzaban su cabeza. No entendía cómo de pronto se había vuelto un Buen Samaritano con ella. Era demasiado absurdo pensar en el hombre que había sido en el pasado, el que no se po