El auto de Eric se movía suavemente por las calles de la ciudad. El silencio ya no era incómodo, sino que se sentía cargado de una expectativa agradable. Eric rompió el silencio, su voz suave y cautelosa.
—¿Te parece bien si vamos a mi piso? Mandé a pedir comida a domicilio, algo que sé que te gustará. Así podemos hablar tranquilamente.
La propuesta la tomó por sorpresa, pero una sonrisa iluminó su rostro. Sin embargo, su timidez, se interpuso en el camino.
—Sí, me parece bien —declaró, susurrando por lo bajo.
A pesar de que el camino con él se sentía tan natural, una parte de ella todavía se sentía extraña. Era como si su corazón estuviera corriendo a la misma velocidad que el auto, mientras su mente apenas se ponía al día. Había pasado tanto tiempo desde que había estado a solas con él, y volver a acostumbrarse a su presencia era un desafío, un desafío que a pesar de todo, resultaba ser agradable.
Mientras Eric conducía, Bianca aprovechó el momento para enviar un mensaje a Julia.