Esa mañana, antes de despedir a los niños para el colegio, Bianca se acercó a ellos. Se arrodilló para estar a la altura de sus ojos y supo que tenía que ser honesta.
—Niños, quiero hablar con ustedes de algo muy importante —comenzó, con la voz suave, pero firme. Los gemelos la miraron, curiosos, sus pequeños rostros reflejando una inocencia que a ella le rompía el corazón. Ella respiró hondo y continuó—. La otra vez les pregunté si deseaban tener un padre. De hecho, todos tenemos un padre, incluso si no estuvo presente desde el principio por diferentes circunstancias. Y este caso es igual.
Olivia y Henry intercambiaron miradas, sin comprender del todo a dónde quería llegar.
—Quiero que sepan que hoy van a conocer a su padre —soltó, y un silencio pesado se instaló en el ambiente. La sorpresa era tan grande que los niños se quedaron paralizados—. Él vendrá en la noche a casa. Quería decírselos para que estén listos, para que no los tome por sorpresa. ¿Ambos están preparados?
Los ni