Un par de días después...
El teléfono vibró en la mano de Julia y su corazón dio un vuelco al ver el nombre de Isaac en la pantalla. Había aceptado la cita, pero los nervios la consumían. ¿Qué se suponía que debía usar? ¿Qué tema de conversación sería apropiado? Ella, la niñera que apenas llegaba a fin de mes, y él, el empresario adinerado y exitoso. Se sintió como una completa tonta. Tomó una bocanada de aire y contestó.
—Hola, Isaac —saludó, intentando que su voz sonara tranquila.
—Hola, Julia. Espero no estar interrumpiendo —emitió él, con su voz profunda y relajada—. Quería saber si ya tienes planes para mañana por la tarde. He pensado...
—Pues... no —respondió ella, con una pequeña sonrisa—. Mañana es mi día libre, de hecho un sábado.
—Perfecto. ¿Te gustaría ir a tomar ese café del que hablamos? O, si lo prefieres, podemos ir a cenar.
Julia pensó por un momento. Un café era menos formal, pero una cena sonaba más romántica. Sintió una punzada de emoción.
—Una cena suena b