Isaac se quedó mirando a Eric, notando la pesadez que había en su expresión. El silencio se hizo largo antes de que Eric soltara el aire de sus pulmones en un suspiro lleno de agotamiento.
—Lo que me está pasando y lo que me tiene tan mal es que todo explotó, Isaac —confesó Eric, con la voz quebrada por la frustración—. Mis padres ya saben de la existencia de los mellizos, que son mis hijos. Todo pasó muy rápido. Mi madre vino a la compañía y se encontró a Bianca afuera. Estuvieron conversando en una cafetería y yo llegué justo en ese momento. Mi madre, sin pensarlo, le dijo cosas tan hirientes a Bianca, y yo soy el culpable de que haya sucedido. Nadie tiene derecho a decidir sobre los niño más que ella. Bianca ha estado presente desde su nacimiento, mientras que yo la señalé como una mentirosa y fui demasiado cruel. Todo esto que me está pasando, me lo merezco por ser un idiota.
Isaac abrió los ojos de par en par, consternado por la revelación. La noticia lo tomó por sorpresa, y su m