Antes de que pudieran responderle, el abogado ya estaba tomando una silla para acomodarla junto a la de Ania, él ya se veía un poco mareado, quizás ya llevaba unas cuantas copas de más.
— Señora Anderson, luce usted demasiado hermosa esta noche… — Murmuraba el abogado a un lado de Ania, provocando que Liam arrugara el entrecejo.
— Gracias… — Musitó Ania, intentando ignorar el gesto, algo descarado, que hizo al mirarla.
— Sabe, Victoria… ¿Puedo llamarla por su nombre? — Preguntó el abogado sin dejar que Ania pudiera responder, para seguir hablando. — Victoria… Desde que la vi, no he dejado de pensar en usted…
— Oh, me alaga… — Contestó Ania, viendo como Liam ahora apretaba la mandíbula. — Pero ya le dije que…
— Es que… Es usted tan hermosa… Yo me enamoré perdidamente desde que la vi… ¿No es así, Liam? — Voceo el abogado, algo tambaleante.
— Qué molesto… — Gruñó Liam, esta vez apretando los puños y perdiendo cada vez más la paciencia.
— ¿Puedo…? ¿Me permite usted, bailar una p