Capítulo 55
El ambiente en el lujoso ático donde se hospedaba Estela era de pura frustración. Con las piernas cruzadas en el sofá y una copa de vino girando lentamente en su mano, observaba las imágenes tomadas por uno de los mejores paparazzis de la ciudad. Cada foto mostraba a la pareja Avelar en momentos perfectos: caminando de la mano, riendo en el restaurante, mirándose con ternura.
Pasó a los vídeos enviados por el hacker que había accedido discretamente al portátil de Augusto y a los archivos personales de Patrícia. Todo limpio. Nada comprometedor, ninguna conversación sospechosa, ningún escándalo escondido. Solo contratos empresariales, agendas organizadas y algunos mensajes cariñosos entre marido y mujer.
Estela chasqueó la lengua, impaciente.
— Esos dos parecen sacados de un cuento de hadas — refunfuñó, dejando la copa a un lado y levantándose con brusquedad.
Caminó de un lado a otro, sus tacones resonando en el piso de mármore. La luz del atardecer bañaba los muebles elegan