Capítulo 42
Rafael estaba concentrado leyendo un correo importante cuando oyó golpes en la puerta. Al alzar la vista, frunció el ceño al ver a su secretaria entrar con semblante preocupado.
— ¿Qué pasó? —preguntó, dejando el celular sobre el escritorio.
— Señor, doña Estela está en la recepción... armando un escándalo.
Él soltó un suspiro pesado y se levantó, arreglándose la chaqueta.
— Era justo lo que me faltaba —murmuró, caminando hacia la puerta, con la secretaria siguiéndolo de cerca.
En la recepción, Estela gesticulaba furiosamente, su voz aguda resonando por el lujoso vestíbulo. Los empleados intentaban calmarla sin éxito.
— ¡Sé que Augusto está aquí! ¡No sirve de nada que me mientan! —vociferó, cruzando los brazos.
Rafael se acercó con calma, sus facciones firmes e impasibles.
— ¿Qué quiere aquí, Estela?
Ella se volvió para mirarlo, la sorpresa evidente en sus ojos antes de esbozar una sonrisa afectada.
— Háblame con más respeto, muchacho. Casi fui tu madrastra.
Rafael arqueó