Capítulo 41
Se habían quedado dormidos justo después de alcanzar el clímax juntos, exhaustos y satisfechos. Cuando la alarma sonó, marcando las siete y media de la mañana, Augusto despertó primero, parpadeando varias veces antes de darse cuenta de la hora.
— Maldición... — murmuró, levantándose rápidamente.
Se puso los calzoncillos y caminó hasta el armario, cogió un traje y comenzó a arreglarse con agilidad. Patrícia, todavía desperezándose en la cama, lo observaba con una sonrisa perezosa en los labios.
— Vamos a llegar un poco tarde, querida — le advirtió mientras se abrochaba la camisa.
Ella se sentó en la cama, frotándose los ojos aún soñolienta.
— Lo siento, no quería hacerte llegar tarde.
Augusto detuvo lo que estaba haciendo y se acercó, sosteniendo su rostro con cariño.
— No digas eso. Aquí no hay culpables. Todos saben que soy recién casado y que estamos de luna de miel. A nadie le extrañará si llegamos un poco tarde.
Le guiñó un ojo y volvió para ponerse la chaqueta.
Patríc