Capítulo 14
Patricia sentía cada centímetro de Augusto entrando y saliendo de ella, sus movimientos eran rítmicos y precisos, como si conociera cada curva de su cuerpo mejor que ella misma. Sus labios parecían tener vida propia, incapaces de contenerse, dejando escapar gemidos que resonaban por la habitación, mezclándose con la respiración entrecortada de ambos.
"Qué hombre tan bueno... qué polla tan buena...", el pensamiento cruzó su mente, aunque apenas podía formular palabras en ese momento. Todo lo que sentía era a él, el calor, la intensidad.
— Ahh... Ahh... — gimió, sus manos aferrándose a su espalda, las uñas clavándose levemente en su piel, como si necesitara algo a qué agarrarse.
Augusto, con los ojos fijos en ella, observando cada reacción, cada temblor, cada suspiro, sonrió satisfecho. Se inclinó sobre ella, sus labios cerca de su oído, y susurró con la voz ronca y cargada de promesas:
— Corréte otra vez para mí, pequeña... quiero sentirte toda mojada...
Sus palabras fueron