Capítulo 13
Al otro lado de la puerta de la habitación, el mayordomo, un hombre de mediana edad con postura impecable y expresión siempre serena, pasaba por el pasillo llevando una bandeja con té y galletas. Había sido encargado de verificar si el patrón Rafael necesitaba algo, como hacía todas las noches. Sin embargo, al acercarse a la puerta, oyó algo que lo hizo detenerse abruptamente.
Un grito suave, seguido de un gemido profundo e intenso, resonó desde la habitación. El mayordomo parpadeó varias veces, como si intentara procesar lo que acababa de escuchar. Sus cejas se alzaron, y una expresión de sorpresa y confusión se apoderó de su rostro normalmente impasible.
—Dios mío… —murmuró para sí mismo, sosteniendo la bandeja con más firmeza, como si necesitara algo a qué aferrarse—. ¿Será que despertó?
Por un momento, el mayordomo quedó paralizado, su mente trabajando rápidamente para entender la situación. Si el patrón padre había despertado, eso era una noticia extraordinaria.
Preoc