Todo cambió, un nuevo mundo lleno de felicidad y posibilidades se abrió para Isabella, la joven era completa y absolutamente feliz.
Tan feliz que, ocasionalmente, tenía miedo.
Ella tenía miedo de despertar en una realidad diferente y que todo se hubiera tratado de un mágico sueño.
¿Este era su final feliz? Lo que le había dicho su madre, era cierto, a las buenas personas le ocurren cosas buenas y aunque había perdido a sus padres, ahora tenía a su abuela, Margaret, y su primo, Aiden, quienes la cuidaban y estaban al pendiente de ella.
Además, tenía un esposo que la trataba como a una reina, llenándola de atenciones, amor y cariño.
Ella sentía que todo lo que había perdido, se le había devuelto por multiplicado y aunque sabía que era imposible, muchas veces se imaginaba que dirían sus padres si vieran el cambio que dio su vida.
Esa era su forma de recordarlos.
Isabella comenzó a conocer nuevos lugares, personas importantes, lujos que no se imaginaba, entre cenas, fiestas, actos