— Soy su esposo, me llamo Diego. — Él estiró la mano para darle un apretón.
— Mucho gusto señor, soy el doctor Green. — El médico estrechó su mano y rápidamente revisó una carpeta con el reporte. — Acabo de recibir los resultados de los exámenes de su esposa.
— ¿Hay algo mal? — Preguntó Diego, evidentemente preocupado.
— No, no se preocupe, no es nada grave.
— Que bien. — Diego exhaló aliviado.
— Acompáñeme por favor, su esposa ya está despierta y me gustaría hablar con ambos.
El médico sacó del bolsillo de su bata un gorrito, un par de guantes y una mascarilla extra que le entregó a Diego y este se colocó rápidamente, para luego seguir al doctor hasta la habitación.
Isabella estaba acostada en una cama, a través de una vía unida a su muñeca, le pasaban algún suero, sus mejillas y labios seguían algo pálidos, la mirada de la joven parecía cansada, aunque se podía denotar en sus ojos algo de preocupación.
— ¿Diego? — Isabella arrugó el entrecejo, confundida, ella apenas pudo reconocer