— ¡Buen día, Max! — Una voz femenina y muy familiar sorprendió a Máximo en su oficina.
— ¿Emily? — Él se levantó extrañado.
— ¿Cómo estás, hermano? — Ella se acercó y se dieron un pequeño abrazo.
— Bien… ¿Sucedió algo? — Preguntó Máximo, todavía confundido con la visita sorpresa de su hermana.
— No, no… Solo pasaba para saludar… — Ella parecía algo nerviosa, caminó un poco por la oficina hasta que se decidió y tomó asiento.
— ¿Saludar? — Eso fue todavía más extraño para Máximo.
Emily estuvo hablando por largo rato de todo, temas banales que para nada le interesaban a Máximo y que, cada vez, le hacía perder más la paciencia, pues él tenía muchas ocupaciones como para escuchar tonterías.
Pero se había aguantado hasta ese momento porque era su hermana y usualmente Emily no era una persona de pasar para saludar y conversar afectuosamente, como quizás sucediera en otras familias.
— Max, por cierto… ¿Y tu esposa, Isabella? — Preguntó Emily de pronto.
Máximo la miró todavía más confundido, p