dudas, viaje, y lq luz qué ilumina.
Preparé una mini maleta, solo las mudas necesarias de ropa. El corazón latía con fuerza, acelerado. No llamé a Alexander; quizás me diría que no hiciera caso, que esperara al día que él pudiera acompañarme. Pero necesitaba tener certeza de que nada malo pasaba, de que esa odiosa mujer no estuviera con él. Con Alexander.
El avión despegó. Siempre había tenido miedo a volar, desde la muerte de mi madre y hermano. Pero, curiosamente, esta vez ese miedo parecía haberse desvanecido. Me acomodé en el asiento: por la premura del viaje solo quedaban lugares en clase ejecutiva. Más caro de lo habitual, sí, pero eso ya no importaba.
El vuelo fue tranquilo. La comida, buena —al menos lo que alcancé a probar—. Tenía miedo, mucho miedo. Me conecté al internet del avión, y en ese momento llegó un mensaje de Alexander.
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Mensaje de Alexander:
Annie, mi bella esposa: deseo que ya estés aquí. He preparado un pequeño itinerario, quiero sorprenderte y hacerte feliz. No vas a creerme, pero me pareció v