Sintió el fuerte aroma del alcohol en su nariz, y también la voz angustiada de Evan llamándola. Quiso levantarse del sofá donde estaba recostada, pero de nuevo sintió que todo le daba vueltas. Probablemente le había afectado no desayunar.
—No te preocupes, Evan —habló con los ojos cerrados y la voz serena—. Es solo que no desayuné, así que pide algo a la cafetería. Ellos ya saben lo que me gusta: un jugo de naranja y café, por favor.
—Te llevaré a casa en cuanto desayunes bien. En casa solo tomaste algo muy ligero, y necesitas descansar —dijo Patrick, que no había dejado de observar a su hermana con preocupación. Aun así, frunció el ceño al notar la reacción exagerada de Evan. Ese chico le parecía muy extraño. Estaba decidido a investigarlo.
—Creo que necesito comer mejor... y por favor, Pat —dijo Anne abriendo los ojos para mirarlo con seriedad—, ni una palabra de esto a Alexander, y mucho menos a nuestro padre. No quiero alarmarlos. Son solo reacciones secundarias de los medicamento