Capítulo 37
Los ancianos empezaron a correr de un lado a otro, me tomaron de las manos y algunos incluso se postraron ante mi presencia, como si me tratara de un ser celestial.
Como pudieron empezaron a despertar a Ares, el aún se sentía muy débil, apenas podía sostenerse en pie.
—Mi señor, tiene que marcar a su loba, es importante que marque a Mía —empezaron a decirle.
Ares movía la cabeza, me miró directamente, me acerqué para darle la tranquilidad de saber que estaba bien, y que yo estaba de acuerdo con lo que pasaría.
—Si te muerdo... Se borrara la marca de Xavier —el me tomo de las manos, aún cuando su cuerpo parecía decaer en mis brazos le preocupaba más mi vida que la suya.
—Alfa Ares yo Mía Russo, y mi loba Artemisa, estamos a su disposición, le pido que me marque, porque seré suya.
Descubrí mi cuello, cerré los ojos esperando pero Ares no lo hacía, le ordenó a los ancianos dejarnos solos.
—¿Que pasa? Ya te dije que estoy de acuerdo, que quiero que me marqués —le dije con los