Tratando de no darle tantas vueltas al asunto, no le menciona nada al respecto y continúa con su trabajo normalmente. Lorena llega hasta ella para ir a almorzar juntas.
— ¿Cómo estás? No me llamaste, no me buscaste. ¿Sabes siquiera lo preocupada que estaba, Keila? — reclamó su amiga.
— Ya vez. Estoy bien — La miró con cariño —. Gracias por moverte rápido.
— Todos son veloces si se trata de ti — farfulló la mujer. Keila frunció el ceño —. Cristhian reaccionó como un loco y fue en tu búsqueda. Era como si fueras más importante que yo.
Keila no sabía cómo actuar con el comentario de su amiga, pues ciertamente, no vio al hombre allá.
— Yo no he visto allá, solo Enzo llegó por mí — respondió —. Además, creo que estás exagerando un poco. Él te ama, o si no, ¿por qué más estaría contigo?
Lorena soltó un suspiro y tomó las manos de su amiga, dándole la razón. Quizás estaba exagerando un poco las cosas; además, ella no tenía la culpa del comportamiento loco de su novio.
— Tienes razón. En fin,