CAPÍTULO 50
MEGAN SALVATORE
Oportunidades.
Siento algo que presiona mi cintura, pero también siento un aire caliente que choca contra mi cara. Es pausado y tranquilo, no puedo moverme porque estoy atrapada. Abro los ojos y me encuentro con el rostro sereno y tranquilo de Damián, veo cada parte de él y es muy guapo. Sus cejas tan pobladas, sus labios provocativos que tanto me gusta morder, esa barba que lo hace lucir varonil. Vuelvo mi atención al peso que siento, levanto levemente la cabeza y veo su brazo puesto en mi cadera, estamos entrelazados de pies y manos. Vuelvo a mirarlo, reposando mi cabeza en su brazo. Él parpadea y se forma una sonrisa mostrando sus dientes.
—Hola, preciosa —me habla con voz ronca, apenas audible.
—Hola, ¿cómo dormiste?
—Dormí muy bien. ¿Y tú, dormiste bien?
—¡Sí! No sentí nada de frío —le digo con una sonrisa en mis labios.
—Esa era la idea. —Con su brazo me lleva a su boca y me planta un beso, sin cortar la mirada—. Gracias por la invitación, me agradó